Del Gatekeeping al Newsmaking
El concepto de gatekeeper (“portero”, en su traducción al castellano) fue utilizado en el campo de la comunicación, por primera vez, por David White (1950) para determinar la ubicación y el comportamiento de porterías o filtros que permitían la publicación o no de un acontecimiento noticiable. Pero, como señala Arrueta (2013), esta etapa de los estudios de gatekeeper es más bien anecdótica, estructurada desde la experiencia individual y el estudio de casos, de modo que la rutinización se asocia más con la elección que hacen los periodistas que como resultado de sesgos organizacionales. Entre los autores que avanzaron con esta limitación sobre los estudios de gatekeeper destacamos a Walter Gieber, quien desde mediados de la década de 1950 incorporó en sus investigaciones otros factores a las razones individuales como las lógicas que atraviesan a los medios de comunicación. Las críticas que sufrió ese tipo de orientación sobre los estudios del gatekeeper pasaron por la idea de que el periodista estaba necesariamente subyugado a rutinas que actuaban como guías de comportamiento y la preocupación por aquellas observaciones sociológicas que daban cuenta de “procesos de alienación” en el personal de los medios masivos.
La sistematización de estudios de Newsmaking, como planteos superadores del Gatekeeping, se remonta a la década de 1970, en Estados Unidos. El análisis ya no se centra en entender a la noticia como resultado de un mecanismo simple de puertas que se abren y se cierran, donde influyen los valores individuales de los editores, sino que la noticia es resultado de un proceso más complejo; de múltiples factores que se conjugan en una construcción organizacional del producto (Stella Martini, 2000).
Uno de los primeros trabajos que supera esa línea centrada en los valores individuales de los editores, es el de Leon Sigal (1973), quien a través de observaciones en los diarios The New York Times y The Washington Post destacó la manera en que los periodistas actuaban en relación con la información y con las fuentes, es decir, los valores noticiosos. Según el autor, el contexto, la forma en que está organizada la redacción y el factor tiempo dicen mucho de cómo se construye la noticia. Sigal encontró que los “canales de rutina” (fuentes como conferencias de prensa y gacetillas) superan en más del doble a los “canales extraordinarios” (entrevistas y material de investigación).
Creemos necesario insistir en que ya no se trata de rastrear e identificar los lugares que funcionan como “cuellos de botella”, y cierta información queda atascada y por tanto desechada de las agendas temáticas de un medio, sino de distinguir en el conjunto de la tareas productiva los valores que hacen noticiable un acontecimiento y el significado que tales valores adquieren (y el modo como aparecen rutinizados y naturalizados) en una sala de redacción, en interrelación con las expectativas y las series interpretativas de la sociedad y los estados de la opinión pública (Martini, 2000: 107).
Una de las premisas de los estudios del emisor es observar las rutinas productivas que permiten analizar las noticias como un producto social y organizacional, tanto en el proceso de recolección de la información, el proceso de selección y edición de la misma (Hernández Ramírez, 1997). Para ello, se valieron principalmente de las entrevistas en profundidad y la observación in situ. A estos estudios se los critica por considerarlos subjetivistas, pero el aporte de las entrevistas reside en encontrar los actores invisibles que construyen la agenda y, a partir de la observación directa —sea participante o no— agregar insumos de la cocina de los procesos de trabajo en la construcción de las noticias, el cómo de las rutinas de producción, tanto en el proceso de recolección de la información, como en el proceso de selección y edición:
¿Por qué estudiar las "rutinas de producción"?, ¿por qué hablar de "rutinas"? Si la primera especificidad, o premisa fundamental, de los estudios sociológicos sobre la producción noticiosa es que las noticias son una construcción social de la realidad, es decir, que el contenido de las noticias es el producto resultante de un proceso social, se admite que la realidad presentada en las noticias no se compone de hechos y acontecimientos con existencia propia e independientes a la forma en que los periodistas los conciben y los tratan cuando producen las noticias (Hernández Ramírez, 1997: 223,224)