Anatomía política de Twitter
“CADA UNO DE NOSOTROS VIVE EN UN MUNDO VIRTUAL EN EL CUAL TODOS SOMOS MAYORÍA”
Un libro muy interesante —que me llevó a desmitificar cuestiones que sospechaba pero no tenía confirmadas— es “Anatomía política de Twitter en Argentina” (Capital Intelectual, 2015), del investigador Ernesto Calvo. En este apartado propongo dos cosas: por un lado, expongo algunas ideas de ese libro y otros escritos de Calvo, que me interesa transmitirles por cuanto las considero coherentes con la propuesta de esta unidad. Por otro lado, incluyo bibliografía de este autor —algunos textos serán obligatorios y otros sugeridos— que considero útil en función de lo trabajado aquí.
Aun cuando las redes nos muestran un costado democrático y desinteresado que redunda en supuestos acceso y difusión “irrestrictos” a la información, incluso cuando dan la imagen de una red en constante cambio en función del tópico de discusión, lo cierto es que se trata de entidades estables que perduran en el tiempo, entidades jerárquicas que concentran la información y galvanizan a distintos grupos sociales que son agrupados en comunidades de interés y de información, mediante una dinámica discursiva conocida como “cámaras de eco”.
En su libro, Calvo explica que las redes sociales son una cámara de eco que permanentemente nos devuelven mensajes consistentes con nuestros prejuicios. Esos mismos prejuicios que informaron nuestros ideales al momento de registrarnos en las redes sociales. ¿Cómo se educa la cámara de eco? A partir de la información condensada en las publicaciones que nos gustan y que reenviamos. Twitter usa la información de los “me gusta” y los retuits para computar el perfil de cada usuario, asignar un score y estimar publicaciones similares. “Aquellas publicaciones que nos gustan y reenviamos, nos sirven para educar a la cámara de eco, para mostrarle cuál es el tipo de publicaciones que queremos recibir y definir el tipo de redes que leeremos hoy y en el futuro próximo” (Calvo, 2015: 16).
En este sentido, Twitter define sus geografías por grupos de usuarios, generando una profunda segregación de las distintas narrativas a las que expone a sus usuarios. La otra cara de esta moneda es la extraordinaria concentración de la información existente en esta red social: los mensajes que circulan son masivos, pero “los actores que importan no son tantos” (Calvo, 2015: 41).
Twitter, como otras redes sociales, genera mecanismos de “sorting”, consistente en agrupar comunidades con individuos que piensan igual. ¡Pero no sólo eso! Además, los educa, los informa y los coordina para garantizar que actúen igual. Estas comunidades, ¡que nunca se cruzan!, tienen acceso a una pequeña muestra de publicaciones. “Cada usuario recibió un conjunto distinto de tuits seleccionados por mayordomos electrónicos cuyo objetivo fue asegurar que la navegación en Twitter fuese lo más placentera posible” (Calvo, 2015: 15).
Los tuits son seleccionados según algoritmos. El trabajo de los algoritmos en Twitter consiste en separar la paja del trigo, es decir, filtrar información eliminando publicaciones irrelevantes, resaltando mensajes de nuestros amigos y aquellos que cuentan con muchos fav, y poner a nuestra disposición un número pequeño de tuits: aquellos que son más populares, que se ajustan a nuestras preferencias y que describen nuestras creencias. Esa selección da lugar a un espacio virtual donde la información que recibimos es un eco de nuestros propios prejuicios y de nuestras creencias sobre cómo funciona el mundo.