El desarrollo de áreas de trabajo en torno a la recuperación, preservación y gestión del patrimonio sonoro es una práctica donde si bien se vienen desarrollando acciones, queda mucho camino para recorrer. Ello en parte se explica porque las colecciones sonoras son recientes en comparación con otros documentos que se resguardan en bibliotecas y museos; esto sucede debido a que recién en los primeros años del siglo XX se comenzaron a desarrollar a nivel mundial los primeros archivos sonoros y audiovisuales (Rodríguez 2015). En este sentido, un mojón importante fue el hecho de que la UNESCO reconociera los documentos audiovisuales como parte de la memoria de la humanidad, en 1980. De esta manera los registros sonoros adquirieron una mayor visibilidad y comenzaron a ser considerados como un elemento relevante en términos históricos y patrimoniales